Moran cambia Birmingham por Alemania

Moran cambia Birmingham por Alemania

Para Ashe Moran, alumna de octavo curso, la edad no es un obstáculo para vivir una experiencia de aprendizaje internacional.

Aunque no es atípico que los estudiantes cursen programas de estudios en el extranjero en la universidad, hacerlo antes es poco frecuente para la mayoría de los adolescentes estadounidenses. De hecho, según el Council on International Exchange, solo un 2% de los estudiantes estadounidenses estudian en el extranjero antes de graduarse en secundaria.

Estudiar en el extranjero

Moran pertenece a ese 2%. Durante los últimos tres meses, ha estado viviendo y aprendiendo en Alemania, con una familia de acogida cuya conexión con ella es poco menos que fortuita.

"Mi madre era amiga de una estudiante extranjera de intercambio en el instituto", explica. "Era de Alemania, y ahora es mi madre de acogida".

Moran explicó que, tras hacerse amigas en Estados Unidos, su madre se fue a vivir con la familia de su amiga a Alemania para su propia experiencia de estudios en el extranjero. Durante esos años, las dos chicas se prometieron que acabarían enviando a sus hijos a sus respectivos países.

Moran cambia Birmingham por Alemania

La madre de Moran y su madre de acogida cuando eran adolescentes en Alemania (Foto de Ashe Moran)

Aunque Moran recuerda conversaciones sobre este fabuloso comienzo ya en quinto curso, acontecimientos inesperados como Covid-19 obligaron a su familia a retrasar continuamente sus planes.

Amigos inesperados

En diciembre de 2022, por fin cumplió el sueño de su madre, convirtiéndose en la primera de la segunda generación de estudiantes de intercambio de la familia.

"Era tan extraño que se hiciera realidad", se rió. "Habíamos hablado de ello durante tanto tiempo".

Cuando sus profesores y amigos se enteraron del viaje, Moran recuerda que parecían más preocupados que ella por estar tan lejos de casa. Algunos incluso le aconsejaron que no fuera, temiendo que se sintiera sola sin sus amigos o que se retrasara en sus estudios.

Apoyo escolar

Bajo la dirección de la Sra. Coffey, profesora de HMS y mentora de Moran desde hace mucho tiempo, pudo dejar de lado estas perspectivas negativas. Coffey, que estudió en el extranjero en Inglaterra cuando era adolescente, reforzó el entusiasmo de Moran y la preparó para la experiencia transformadora.

"Me dijo que iba a ser aterrador", afirma Moran. "Pero también me dijo que viviría la experiencia de mi vida y que podía hacerlo".

Reforzada con un nuevo coraje, Moran se esforzó por abrazar todo lo que Alemania tenía que ofrecer. Para ello, su familia de acogida la retó a hablar sólo alemán, incluso cuando estaba en casa. Moran también iba a un colegio alemán, donde todas sus clases se impartían en alemán. Esto supuso una carga adicional para sus estudios, que ya eran avanzados.

Con el tiempo, sin embargo, la barrera del idioma empezó a disminuir. Tras sus dos primeros meses en el extranjero, Moran era capaz de mantener conversaciones completas con su hermana de acogida, un objetivo que se había fijado al principio de su viaje.

"Pasas un tiempo ansiosa y confusa", dice. "Pero al final llegas a un punto en el que empiezas a coger más vocabulario cada día".

Por eso Moran desearía haberse quedado más tiempo en Alemania. Aunque aprendió más alemán del que había aprendido en clase, cree que se necesitan unos seis meses para sentirse cómodo con una nueva lengua.

"Tu cerebro se adapta a que ésta es ahora tu casa y tu residencia", dijo. "Te das cuenta de que no estás allí sólo de vacaciones; tienes que recogerlo".

Aclimatación a una nueva vida

Moran cambia Birmingham por Alemania

Moran se abriga para el invierno alemán (Foto de Ashe Moran)

Para integrarse aún más en la escuela alemana, Moran también empezó a tomar clases de italiano. En Europa, el estudio de varias lenguas forma parte del sistema educativo desde una edad temprana. Cuando los alumnos llegan al instituto, muchos dominan el alemán, el inglés, el francés y, a veces, otras lenguas.

"Cada persona hablaba al menos tres idiomas", recuerda Moran. "Definitivamente creo que es algo que Estados Unidos necesita implantar... lleva [a los estudiantes] a ser mucho más inteligentes".

Aparte de la barrera del idioma, uno de los mayores retos para Moran fue la diferencia horaria entre Alemania y Estados Unidos. Estar siete horas por delante de sus amigos y familiares dificultaba la comunicación, lo que la llevaba en ocasiones a permanecer despierta hasta altas horas de la madrugada para poder hablar con sus amigos antes de que se fueran al colegio.

Amistades para siempre

A pesar de todo, Moran mantenía sólidas relaciones con los que más le importaban. Hablaba con su madre "casi todos los días" y semanalmente se comunicaba por Facetime con su padre para ver juntos su programa de televisión favorito.

Cuando se le pregunta por un consejo para futuros estudiantes en el extranjero, Moran se limita a decir que "hay que hacerlo". También cree que la confianza en uno mismo y la perseverancia son necesarias para cualquier gran experiencia internacional.

"No digas que te da miedo", anima. "No importa: puedes hacer algunos de tus mejores amigos".

De vuelta a casa

Ahora, de vuelta en Homewood, Moran está preparando su primer año de instituto. Recientemente entró en el equipo de la Guardia de Color y actuará junto a la banda en el descanso del próximo año. Además de la Guardia, planea seguir estudiando alemán. Aunque su vida en Homewood será ciertamente diferente de lo que fue su vida en el extranjero, no tiene ninguna duda de que las lecciones que aprendió en el extranjero permanecerán con ella para el resto de su vida.

"Aprendí mucho sobre mí misma", afirma. "Te das cuenta de que puedes hacer muchas más cosas de las que creías; tengo una perspectiva totalmente nueva".

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