Batalla de Karbala; ¿quién ganó?
La tragedia de Karbala es una representación del siglo VI de 1984 de George Orwell, pero la valentía del imán Husayn (RA) se ve menoscabada por su estrecha relación con el profeta islámico Mahoma (SAW). Pero hoy quiero preguntar si realmente es necesario ser musulmán para amar al imán Husayn (RA). ¿Sólo merece ser alabado por los orientalistas o podemos tomar su vida como un faro en los movimientos de libertad como el de Nelson Mandela?
El Imam Husayn (RA) fue decapitado sin piedad, los brazos de su hermano el Imam Abbas (RA) fueron cortados, sus hijos murieron de hambre delante de sus ojos, su sobrino el Imam Al-Qasim (RA) que se suponía que era un novio, yació en el campo de batalla con su cuerpo pisoteado, las mujeres de su casa fueron avergonzadas y arrastradas con cadenas. Ahora, los Omeyas fueron los que salieron claramente vencedores de esta batalla, pero ¿realmente ganaron?
El emperador Yazid quería que el nieto de Hazrat Muhammad (SAW) jurara lealtad en sus manos para fortalecer su gobierno, pero el Imam Husayn(RA) se mantuvo firme, consciente de que no era ni un buen estadista ni un gobernante justo, sólo un borracho interesado en el vino y las mujeres. Fue Yazid quien realmente perdió. La opresión sobre el Imam Husayn (RA) fue su fracaso en convencerlo, sus intentos desesperados por ganárselo que terminaron en vano. Su ejército era el más débil que se sintió amenazado hasta tal punto que incluso sintió la necesidad de martirizar al joven novio AL-Qasim (RA) que sólo tenía 14 años? (El Imam Hussain (RA) sólo concertó el matrimonio debido a la promesa que hizo a su difunto hermano de que casaría a su hijo con su hija y como sabía que estaba a punto de morir, siguió adelante con el matrimonio).
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Pero aun así, Yazid perdió. Ganó la cabeza del Imam Husayn (RA), pero no su corazón ni su lealtad. Esta no fue sólo una batalla en la historia islámica, sino que tiene una importancia primordial en la lucha que se había iniciado entre el bien y el mal desde la evolución de la humanidad. Una victoria lograda por el poder del corazón.
