No somos libres: Una reseña del libro

No somos libres: Una reseña del libro

Las actividades típicas de la adolescencia -ir a la escuela, salir con los amigos y empezar a experimentar la vida antes de convertirse en adulto en un entorno propicio- deberían formar parte de toda infancia. Sin embargo, este no fue el caso de los jóvenes japoneses que vivían en la Costa Oeste, ya que fueron arrancados prematuramente de sus hogares después de que los japoneses atacaran Pearl Harbor en 1941. Poco después de que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra Mundial, el racismo contra los asiáticos empezó a proliferar. La desgarradora novela de Traci Chee, We Are Not Free (No somos libres), capta a la perfección la discriminación y las luchas a las que se enfrentaron los japoneses-americanos que vivían en la Costa Oeste durante la Segunda Guerra Mundial. Ambientado en un barrio de San Francisco, el libro utiliza catorce puntos de vista diferentes de jóvenes japoneses-estadounidenses para ofrecer una visión de las condiciones a las que se enfrentaron tras ser desalojados de sus hogares. Los lectores conocen los matices y las dificultades que cada uno tuvo que afrontar a través de estas personas únicas.

La novela comienza con Minoru "Minnow" Ito y su experiencia en la escuela. Forma parte de un grupo de 14 amigos japoneses, cada uno de cuyos puntos de vista aborda Chee en el libro. Antes de ser enviado a los campos de internamiento, los lectores ven que Minnow lleva una vida seminormal; le encanta pintar y salir con sus amigos y familiares. Sin embargo, antes de que el racismo a nivel federal haga acto de presencia, la gente de la calle ya acosa a los japoneses-americanos; además del constante acoso verbal, la violencia física es habitual. Los blancos se mueven en grupo y se abalanzan sobre cualquier asiático que encuentren. Se llega a un punto en el que los chinos compran chapas que dicen "soy chino" para evitar los ataques. Poco después comienzan los encarcelamientos masivos. Algunos creían que los japoneses de la Costa Oeste, el lado más cercano a Japón, eran todos espías de Japón que querían atacar directamente a Estados Unidos. Sin embargo, estas personas inocentes quieren vivir en paz, sin nadie en quien confiar más que en los demás. En cambio, la frustración y el pánico se apoderan del vecindario, y la vida se pone patas arriba, como se ve a través de las tres primeras perspectivas: Minnow, Shig y Yum-Yum, respectivamente.

El gobierno envía a todos los japoneses estadounidenses al interior, primero a un lugar remoto de California, y luego, poco a poco, cada vez más lejos, hacia el centro de los Estados Unidos. Debido a esto, los japoneses tuvieron que vender todo lo que no podían llevar, lo que llevó a ventas de garaje de posesiones familiares invaluables por meros centavos. Las condiciones de estos campos son inhabitables y extraordinariamente duras. La magistral integración de Chee de múltiples perspectivas muestra la situación única de cada persona mientras lidia con la inadecuada comida, agua, refugio e higiene. Un ejemplo es el de Amy "Yum-Yum" Oishi, una chica de 16 años cuya madre cae gravemente enferma y cuyo padre fue capturado por el FBI unas semanas antes de que Amy sea transportada a los campos de internamiento, dejándola sola para cuidar de su hermano pequeño. La importancia y el valor de la familia, la amistad y la comunidad se desarrollan en estos campos de internamiento debido al trato injusto. Pasara lo que pasara, debían mantener cerca a las personas que querían, ya que podían desaparecer en cualquier momento. Cuando los amigos del vecindario se reúnen en el campo, Amy dice: "A mi alrededor, mis amigos están preparando té, sintonizando una radio Silvertone que reconozco como la de Mas, barajando una baraja de cartas, hablando, bromeando, riendo. Fuera está el campamento, el alambre de espino, las torres de vigilancia, la ciudad, el país que nos odia. No somos libres. Pero no estamos solos".

No somos libres ofrece una valiosa visión de un importante tema histórico. Los lectores pueden profundizar en las lecciones aprendidas: atesorar a tus seres queridos, ser resistente en tiempos difíciles y cómo la vida es a veces injusta. La aplicación de esta comprensión a situaciones del mundo real obliga a los lectores a reflexionar sobre la situación actual del mundo. Personas de todo el mundo se enfrentan a una dolorosa discriminación que provoca un sufrimiento que podría hacer que alguien se lo pensara dos veces antes de cometer tales atrocidades. La novela de Chee invoca un sentimiento de compasión y de intensa emoción. Merece la pena leerla, si no es por la asombrosa escritura y las bellas imágenes que se pintan en las páginas, sí por las críticas lecciones aprendidas y la visión de un tema del que quizá nunca se haya oído hablar.

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