¿Funciona la prisión?

"Todos los países del mundo tienen algún tipo de sistema penitenciario" (Worldpopulationreview), pero cuando se hace la pregunta de "¿Cuál es el propósito de la prisión?" la respuesta suele ser ambigua. Esto se debe a que es una pregunta que no tiene una respuesta definitiva, pero la mayoría de las naciones utilizan la prisión como una forma de disuadir a la gente de cometer delitos y de castigar y rehabilitar a los que han cometido delitos, lo que se pone de manifiesto en los programas de educación y de tratamiento de trastornos por consumo de sustancias de la prisión, que se utilizan para ayudar a los presos a vivir una vida libre de delitos después de salir de la cárcel. Sin embargo, este proceso no funciona, ya que hasta el 83% de los presos estatales vuelven a ser detenidos en los nueve años siguientes a su puesta en libertad (BJS). Así pues, es evidente que el sistema penitenciario de Estados Unidos descuida el aspecto de la rehabilitación en la cárcel para hacer hincapié en el castigo y el beneficio.

Lo que se prioriza en todo el mundo en los centros penitenciarios de éxito no es una prioridad en los Estados Unidos. La rehabilitación no es un aspecto importante del sistema penitenciario y, en cambio, es una idea tardía. Una de las razones es el hecho de que algunos sistemas penitenciarios de Estados Unidos están privatizados y se gestionan como empresas. Estados Unidos tiene la mayor población carcelaria privada del mundo, con más de 1,5 millones de personas en todo el país, y esta cifra parece tener una tendencia al alza, ya que la población de reclusos en prisiones privadas ha aumentado un 47% en el periodo de tiempo comprendido entre 2000 y 2016, mientras que la población no privatizada sólo ha aumentado un 9% (Sentencingproject). Y, aunque esto no parezca malo, es importante reconocer los elementos básicos de la gestión de un negocio. Para dirigir un negocio con éxito, los dirigentes deben ganar suficiente dinero no sólo para mantenerse a flote, sino también para ser rentables. Y normalmente, si se necesita aumentar el dinero que entra para equilibrar los costes de funcionamiento de la empresa, se hace en forma de horas extra de trabajo o subiendo el precio de los productos; pero con las prisiones, esto no es posible. La única manera de que las prisiones ganen dinero es aumentando su población reclusa y disminuyendo la calidad de vida y la calidad de la rehabilitación de los presos mediante el recorte de programas para aumentar sus beneficios. Esto no es lo ideal ya que Estados Unidos, al ser un estado capitalista, debido a las ganancias actuales que este proceso produce no se inclinará por arreglar este asunto. Y debido a esto, este sistema penitenciario probablemente permanecerá estancado e inaceptable a menos que se produzca un cambio, mirando más allá de los beneficios para beneficiar realmente a todos.

Otra gran falacia con el concepto de privatización, las prisiones rentables es que si son eficaces en la rehabilitación de sus reclusos con éxito - lógicamente, esto no tiene sentido porque si se rehabilitan sus reclusos, entonces no tendrían un negocio. Esto es evidente en la prisión estatal Rogelio Sánchez, ya que debido a las restricciones presupuestarias la prisión tuvo que descartar su clase de rehabilitación de drogas a pesar de que "el 85% de la población carcelaria [tenía] un trastorno activo por consumo de sustancias o estaba encarcelada por un delito relacionado con las drogas o el consumo de drogas" (NationalInstituteonDrugAbuse). El presupuesto de la prisión estatal de Sánchez fue de sólo el 9,4% de lo que se propuso y prometió, lo que significa que decidieron reducir los fondos para la rehabilitación en favor de otros departamentos considerados más importantes (Borderzine). Este problema no es evidente en otros países como Noruega o Suecia, que no tienen prisiones gestionadas de forma privada y se centran en la rehabilitación. Por ejemplo, en Noruega, el Servicio Penitenciario Noruego, un programa gestionado por el gobierno, es "...responsable de la aplicación de la detención y el castigo de una manera que sea tranquilizadora para la sociedad y para prevenir los delitos."En estos países, la reincidencia, o el índice de que los reclusos que son puestos en libertad acaban volviendo a la cárcel, es mucho menor que en Noruega, donde el índice de reincidencia es del 20%, en Suecia del 40% y en Estados Unidos del 76,6% (Worldpopulationreview). Esta diferencia no puede atribuirse únicamente a los fines de las prisiones, sino más bien a las implicaciones que estos fines conllevan. La idea de la prisión como un negocio crea menos incentivos para que los sistemas estadounidenses se esfuercen por alcanzar el 100% de éxito en la rehabilitación.

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Además, la rehabilitación se está descuidando porque no es rentable para los sistemas penitenciarios y, en cambio, la prioridad es el castigo. Aunque la rehabilitación puede parecer compleja, se reduce al "... proceso de ayudar a los reclusos a crecer y cambiar, permitiéndoles separarse de los factores ambientales que les hicieron cometer un delito en primer lugar" (Estudio). Y aunque la rehabilitación no será 100% efectiva, es imperativo que las prisiones lo intenten ya que este proceso de rehabilitación ha demostrado ser efectivo en otros países por su baja tasa de reincidencia. En Noruega, su sistema penitenciario era igual que el de Estados Unidos. Se centraban en lo que consideraban "venganza" en lugar de rehabilitación, y como resultado, su tendencia a la reincidencia de los delincuentes era del 60-70%, al igual que en Estados Unidos. Pero en 1990, el ethos del Servicio Penitenciario Noruego se centró en lo segundo frente a lo primero, y los resultados de esta legislación son evidentes en la mencionada tasa de reincidencia del 20% (BBC). Este proceso deconstruyó la base misma de la prisión, ya que creó un entorno mucho más aceptable, tranquilo y acogedor en lugar de tratar a los reclusos como si fueran animales en un zoológico. En esta nueva era de las prisiones noruegas, los guardias, ahora llamados funcionarios de prisiones, y los reclusos realizan juntos actividades tranquilizadoras y de desarrollo. Estos reclusos pasan más tiempo fuera de la celda que dentro de ella, lo que permite a los funcionarios de prisiones "...interactuar realmente con los reclusos, hablar con ellos y motivarlos" (BBC) Este énfasis en el bienestar de los reclusos no tiene paralelo en Estados Unidos. Por ejemplo, en el mencionado ejemplo de la Prisión Estatal Rogelio Sánchez, decidieron desechar su programa de rehabilitación de drogas a pesar de ser vital para el bienestar y la recuperación de sus reclusos debido a la falta de presupuesto. Esto demuestra que la rehabilitación no está en la mente de los legisladores, ya que permitieron que uno de los programas de rehabilitación más importantes fuera descartado por cuestiones presupuestarias.

Comprender los servicios que se prestan a los reclusos es vital para encontrar una solución a esta situación. Uno de los servicios vitales es el programa de trabajo. En Estados Unidos, los reclusos tienen la oportunidad de aprender nuevas habilidades y hacer productos para la gente fuera de los muros de la prisión a cambio de dinero. Aunque esto puede parecer un buen programa para que estos reclusos ganen dinero y posiblemente beneficien a sus familias, este programa se queda corto donde más importa, la paga. En California, los reclusos cobran tan sólo 0,08 dólares por hora, lo que supone una disminución del 99,55% del salario mínimo de California (PrisonJournalismProject). Esta paga es muy desproporcionada en relación con el trabajo que realizan estos reclusos. Según la ACLU, "el estado de California ha llegado a depender de la mano de obra de las prisiones hasta tal punto que ha afectado a la política estatal" (ACLU) Está claro que los propietarios de las prisiones no se preocupan por la mejora de los trabajadores, sino que toman este programa potencialmente beneficioso y lo explotan. Dado que algunos de estos trabajadores suelen pasar 6 horas al día trabajando, y 20 días al mes, y no reciben casi nada por ello, se plantea la cuestión de por qué pasan este tiempo trabajando por unos centavos cuando podrían estar pasando estas mismas horas tratando de alcanzar su mejor versión posible a través de diversos programas. Los programas de trabajo de las prisiones sólo ponen de manifiesto dónde están las prioridades de los propietarios de las prisiones: para ellos mismos y no para el bien de los reclusos.

El problema del sistema penitenciario de Estados Unidos no sólo se da en las propias cárceles, sino que tiene su origen en todo el sistema judicial, que castiga y dicta sentencias que no son beneficiosas para el delincuente ni para la sociedad. Un ejemplo flagrante de esto se muestra en el castigo excesivo de delitos no violentos, sin víctimas, o delitos que no afectan directamente a otras personas. Esto da lugar a la ruptura de los hogares y crea un ciclo de pobreza dentro de estas familias como resultado de una sentencia penal que pone en peligro el acceso al trabajo, la vivienda y la educación. Por ejemplo, la "Guerra contra las Drogas" fue una campaña global dirigida por el gobierno de Estados Unidos que criminalizó las drogas como forma de disuadir a la gente y eliminar el comercio ilegal de drogas en América. Esto condujo a un aumento del 400% de ciudadanos encarcelados en los últimos 40 años y "... afectó desproporcionadamente a las poblaciones de bajos ingresos y a las minorías, que ahora constituyen aproximadamente tres quintos y dos tercios de la población carcelaria, respectivamente" (americanactionforum). Esto da lugar a que estas familias afectadas queden atrapadas en la pobreza, como se desprende de un estudio realizado por Washington education que muestra que "...los niños menores de 18 años cuyos padres fueron encarcelados viven en barrios más desfavorecidos desde el punto de vista socioeconómico que los niños cuyos padres nunca han estado en prisión" (washingtonedu). Debido a que estas familias se ven afectadas por los encarcelamientos masivos y excesivos, ahora se encuentran en situación de pobreza y son más propensas a cometer delitos, ya que "[un] aumento del 1% en la pobreza equivaldría a un aumento del 2,16% en la delincuencia y del 2,57% en los delitos violentos (4-6). Por lo tanto, un aumento de la pobreza incrementa directamente los índices de criminalidad en Estados Unidos" (HiloHawaii). Estas estadísticas demuestran que el encarcelamiento masivo produce resultados negativos entre las comunidades, específicamente entre las comunidades empobrecidas, y con "...ninguna prueba de que las medidas punitivas de aplicación de la ley disuadan significativamente el uso de las drogas" (penalereform). esto refuerza la afirmación de que el sistema penitenciario actual no funciona ya que tiene predominantemente efectos negativos.

A pesar de los aspectos negativos del sistema penitenciario, hay sin embargo algunos aspectos positivos que funcionan en el sistema actual. Se trata de la disuasión de los delitos graves y violentos. Por ejemplo, en el caso de los asesinatos en primer grado, la mayoría de los estados imponen castigos severos que incluyen la cadena perpetua, la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional y la pena de muerte. Estos castigos potenciales crean un elemento disuasorio de la comisión de estos delitos, especialmente para aquellos que ya han sido detenidos y puestos en libertad. Por ejemplo, si uno pensara en robar un banco para mantener a su familia, podría pensárselo dos veces ya que el castigo por robo a mano armada es de unos 20 años (CriminalDefenseLawyer). Sólo la severidad del castigo impide que se cometan muchos delitos porque la gente no puede imaginarse pasar tanto tiempo encerrada. Además, aunque la prisión no funciona para todos los reclusos, hay un porcentaje minoritario que se recupera de su experiencia en la cárcel. Esto se debe a los mentores dentro de los muros, y a ciertos programas que aún no han sido cortados.

Aunque el sistema penitenciario ayuda a disuadir la delincuencia y castiga adecuadamente a quienes lo merecen, su impacto general ha sido negativo en la sociedad, por lo que, en su estado actual, el sistema penitenciario no funciona. Su abandono de la rehabilitación para centrarse en otras cosas, como los beneficios y el castigo, demuestra que el sistema penitenciario está desmantelado. Sin embargo, puede tener éxito con una reforma. Cambiando los objetivos finales de la prisión, y sustituyendo el enfoque en la rehabilitación, las prisiones pueden convertirse en una influencia positiva para las personas que han perdido el rumbo. El primer paso, sin embargo, es eliminar la arrogancia y la codicia estadounidenses.

Obras citadas

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