Haz que Aquiles vuelva a ser gay

Haz que Aquiles vuelva a ser gay

La primera novela de Madeline Miller, de 2011, Canción de Aquiles, es una historia romántica de madurez que se desarrolla a lo largo de muchos años. En esta apasionante narración de La Ilíada de Homero, contada desde el punto de vista de Patroclo, se explora la relación entre él y Aquiles a medida que ambos pasan de ser niños a hombres y, finalmente, luchan juntos en la Guerra de Troya. A medida que avanza su aventura, se cruzan con varias figuras mitológicas famosas, como el sabio centauro Quirón, el arrogante Agamenón y el astuto Odiseo. Con cada latido vinculante del destino, los dos deben permanecer juntos incluso cuando parece que los propios dioses intentan separarlos.

El estilo de escritura cautivador de Miller te enganchará página tras página. Su gran uso de recursos poéticos añade sin esfuerzo elementos laberínticos a sus palabras. Por ejemplo, cuando Patroclo describe su inevitable angustia, escribe: "Es como una tumba. Me levanté y me froté los miembros, los desperté de un manotazo, tratando de evitar una histeria creciente. Así será, cada día, sin él" (pág. 168). Al leer las emociones de Patroclo, las palabras melancólicas se trasladan de la página a tu propio corazón. El complejo símil evoca en ti la angustia y la ansiedad expresadas por Patroclo. Miller también sabe utilizar muy bien las imágenes. Cuando Patroclo habla de la insensible madre ninfa del mar de Aquiles, Tetis, su intimidante disposición se pinta ante tus ojos. Se la describe con una piel que "brillaba luminosa e imposiblemente pálida, como si bebiera la luz de la luna" y su voz es como "el rechinar de las rocas en el oleaje" (pág. 53). La caracterización de Tetis es inmediata con la escalofriante descripción que Miller hace de ella. Miller es capaz de componer las emociones con total exactitud y proporcionar imágenes sorprendentes en sus descripciones, lo que hace que su estilo de escritura sea exquisito.

Además de su hábil escritura, su capacidad de caracterización es digna de elogio. En la historia original de la guerra de Troya contada a través de La Ilíada de Homero, el personaje de Patroclo no está escrito como un individuo. En cambio, se le considera sólo un accesorio de Aquiles, pero Miller es capaz de tomar el personaje estático de Homero y hacerlo dinámico. Podemos ver los numerosos atributos de Patroclo, como su bondad y su lealtad, al tiempo que se ponen de manifiesto sus defectos, como su ansiedad y su sumisión. Además, a diferencia de su presencia original en La Ilíada, Patroclo experimenta un desarrollo de su carácter a medida que madura. De joven, Patroclo nunca hablaba, ni a sus superiores ni siquiera a Aquiles, habiéndose traumatizado la única vez que lo hizo. Esto se puede ver cuando está en Esparta de joven presentándose a los reyes en la sala como uno de los pretendientes de Helena. Dijo que su "cara ardía de vergüenza" y que "sabía cómo debía verse ante estos hombres" (pág. 11). Este hábito se mantuvo durante gran parte de la joven vida de Patroclo hasta que su amor por Aquiles le empujó a arriesgarse finalmente. Cuando Aquiles, en un acto de orgullo infructuoso, renunció a la amiga de Patroclo, Briseida, a favor de Agamenón, Patroclo hizo un trato para recuperarla. Este trato salvó a Aquiles de la deshonra moral, aunque el propio Aquiles considerara la acción como una traición. El propio Agamenón lo dijo: "Lo traicionas al advertirme". Y cuando le preguntaron por qué había hecho su elección, Patroclo se limitó a decir: "Porque se equivoca" (pág. 292). La forma en que Miller fue capaz no sólo de dar profundidad a un personaje que de otro modo sería plano, sino también de permitir que su amor albergado lo cambiara, es realmente excepcional. Este enfoque de Patroclo es un magnífico ejemplo de su capacidad de caracterización.

La habilidad de Miller para construir sobre la "camaradería" original de Aquiles y Patroclo es lo que hace de Canción de Aquiles la obra maestra que es. Durante décadas, los historiadores han debatido la relación entre los dos soldados griegos. Algunos dicen que eran amantes cruzados, otros que eran compañeros platónicos. Lo que este último argumento se niega a reconocer es la idea de que el romance no tiene que declararse explícitamente; puede transmitirse indirectamente a través del lenguaje. El lenguaje obvio pero indirecto de Homer permitió a Miller rellenar los espacios en blanco de su amor condenado. Su colorido lenguaje ilumina el vínculo de los dos hombres como un luminoso arco iris (juego de palabras). Entre las citas más conmovedoras de Miller figuran: "En la oscuridad, dos sombras, que se extienden a través del desesperante y pesado crepúsculo. Sus manos se encuentran y se iluminan en un torrente como cien urnas de oro que vierten el sol" (pág. 369). La sencillez del amor de Aquiles y Patroclo por el otro se siente como un soplo de aire fresco en el nudo de debates que los rodea. Es aliviador ver que una historia abraza plenamente la inherente homosexualidad de Aquiles en lugar de intentar disfrazarla o borrarla (un crimen del que la película Troya era culpable). Miller hiló una relación gay de amor puro que resulta reconfortante de leer.

Aunque no sea sólo por el bello estilo de la escritura y el atractivo desarrollo de los personajes, Canción de Aquiles, de Madeline Miller, es una lectura imprescindible. En el libro, Aquiles y Patroclo son explorados como amantes y eso por sí solo es positivamente tentador. Si eres un amante de la mitología griega, este libro te interesará especialmente porque incorpora de forma experta todos los aspectos de la guerra de Troya de una forma moderna y contemporánea. Y si las novelas con fuertes temas feministas son también algo que le apetece, elija la segunda novela de Madeline Miller, Circe, que es un recuento de La Odisea de Homero desde la perspectiva de la hechicera que maldijo al inteligente marino. No obstante, el estilo de escritura de Miller es realmente notable y merece ser reconocido por muchos lectores en el futuro.

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