Adam Driver

 Adam Driver

Adam Driver ha estado en mi mente por un tiempo. Más allá de su apuesto encanto (me ahorraré el discurso sobre eso, ya hay mucho), tiene un talento sorprendente y ha florecido en la pantalla con su energía, coraje y gracia. Desde su primer papel importante como Adam Sackler en la controvertida película Girls de Lena Dunham hasta su interpretación de Lev en Frances Ha (2012), pasando por Kylo Ren en la última trilogía de La Guerra de las Galaxias (2019), por Kylo Ren en secreto en SNL, o por Charlie Barber en Marriage Story (2019), Driver ha demostrado que puede hacerlo todo, más allá también de los Marines y Julliard. A cada personaje le ha aportado dimensiones distintivas de su capacidad de actuación: problemática, apasionada, suave, estrafalaria, engreída, tensa, desquiciada y más. Y aún no he visto BlacKkKlansman, The Report o Paterson.

La cultura popular, además de la industria del cine, ha llegado a reconocer con razón lo extraordinario que es Driver. A finales de octubre, The New Yorker hizo un perfil del actor, nombrándolo "el hombre original" y "el protagonista más poco convencional de Hollywood". Canta, no sólo en Marriage Story, sino también en Annette (2020), una película musical que aún no se ha estrenado y en la que Driver interpretará a un comediante "provocativo". Driver es también simplemente un hombre con rarezas y reservas. Le gustan las sillas modernas danesas, y le gusta comer burritos y pasarse el agua por la cabeza antes de entrar en una escena difícil en el escenario. Como muchos de nosotros, se siente incómodo al oír su voz en una grabación y al verse actuar en televisión.

Todavía hay algo especial en Driver: cada movimiento y mirada se siente natural, idiosincrásico y poco convencional. Driver se aleja del típico, incluso trillado, actor masculino de Hollywood. Sí, es blanco y convencionalmente masculino. Pero también es extrañamente auténtico, no parece salido de un paquete de muñecos de Barbie y Ken, y es capaz de expresar la dulzura, el miedo y la rabia de maneras que no sólo tocan sino que también hacen cosquillas, incluso empujan con una ligera molestia, los muchos sentidos de sus espectadores. De una vez, Driver puede pasar de comportarse de forma serena y cariñosamente benigna (piense en Charlie y Adam en sus mejores momentos) a explosiva, dolorosa y vulnerable hasta el punto de la obscenidad (piense en Kylo, o en Adam y Charlie en sus peores momentos). Su capacidad de actuación sobrepasa los límites, revelándose en personajes muy diferentes que despiertan interés de diversas maneras.

Lo que más me atrae de Driver es su obscenidad: la forma en que sus personajes apestan a tensión bruta, las formas en que se tambalean fuera de control. Driver no sólo busca ser visto y oído, sino que exige ser sentido y cuestionado. Chocar con Driver, encontrarse en desacuerdo con él, es sentir realmente las recompensas de su oficio. Frente a la cámara, Driver libera todos los abandonos y al hacerlo nos da permiso para hacer lo mismo. Agrava los estándares inconstantes de normalidad y control, y en este acto aporta una especie de libertad a la experiencia humana.

El conductor puede ser encantador y adorable incluso cuando lo odias. Su personaje en "Historia de Matrimonio", por el que fue nominado como mejor actor este año, exige nuestra empatía a pesar de su decisión precipitada e hiriente. Un paso más allá en Girls , Driver desafía las dualidades divisorias y encapsula todos los extremos, ya sean sexuales, sociales o románticos, mientras mantiene a sus espectadores embelesados y entrañables.

El drama cómico de la llegada de la edad, que se emitió durante seis exitosas temporadas en la última década, presenta a Driver como Adam Sackler: el socio caótico, enigmático y de paso de la protagonista del espectáculo, Hannah Horvath (interpretada por Dunham). En los zapatos de Adam, Driver es imprudente, casi abusivo y a veces sin sentido. Sin embargo, su comportamiento se completa y complementa con algunos momentos literalmente increíbles de altruismo, compostura, determinación y suavidad. Entretejidos en el comportamiento precipitado de Adán están la reflexión, el intelecto y la pasión. Viendo "Girls", aprendemos que tales rasgos no pueden existir en aislamiento, y que cuando lo hacen, pueden hacer que una persona sea simplista y banal. Desde su debut en la televisión, Driver ha desafiado lo que uno puede hacer en la pantalla, expandiendo generosamente a lo largo de su carrera el notorio y limitado paisaje de lo que significa actuar y estar en Hollywood.

Como un pensamiento tardío, debería considerar por qué estoy tan profundamente obsesionada con un hombre que no conozco, uno que no es Timothée Chalamet, y uno al que admiro por su extremidad tanto como por su ternura, aunque es reconfortante que no soy la única. Tendría que reflexionar sobre mi relación con mi padre y mi tal vez cuestionable gusto por los hombres, y eso podría resultar incómodo. Pero al menos diseccionaré mi celo por Driver de la forma más adecuada: una directa y descarada, aunque ligeramente inquietante.

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