Biología femenina: Okazaki cambia la genética

Biología femenina: Okazaki cambia la genética

Tsuneko Okazaki y su investigación científica: Una biografía

Primera infancia-Universidad

Nació en la prefectura de Aichi en 1933, donde se graduó en el instituto. Tsuneko estudió la licenciatura en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Nagoya, donde también se doctoró. Más tarde, trabajó con su marido Reiji Okazaki para estudiar los huevos de rana y el ADN de otros animales. Pudieron estudiar en la Universidad de Washington y en la de Stanford, donde había muchas más opciones de investigación a su alcance. Aunque esto pueda parecer nada especial, ha contribuido enormemente a la biología, sobre todo en la redacción de los fragmentos de Okazaki.

Su carrera científica

Trabajó estudiando huevos de rana para perfeccionar sus teorías científicas. Los fragmentos de Okazaki deben su nombre a Tsuneko, que descubrió que había pequeños tramos de ADN que presentaban lagunas. El ADN contiene varios pasos que finalmente conducen a su formación. Resulta sorprendente que, en tiempos de posguerra, fuera una de las primeras mujeres en asistir a la universidad junto a los hombres. Las mujeres tenían pocas oportunidades en la comunidad científica, pero ella fue capaz de adelantarse a su marido y explorar la investigación. En la época de la posguerra no disponía de recursos suficientes para comprar su propio equipo o laboratorios, pero aun así descubrió componentes clave de cómo se copia la ADN polimerasa para crear su modelo. Aunque los científicos descubrieron la cadena principal, nunca averiguaron cómo se copiaba la segunda cadena (o cadena rezagada). La ADN polimerasa fabricaba piezas copiadas cortas, que más tarde se denominaron fragmentos de Okazaki.

Reconocimiento

Siguió trabajando incluso hasta los 70 y 80 años. Tras la muerte de su marido, Tsuneko continuó con la difícil tarea de criar a sus dos hijos y dirigir el laboratorio. Siempre se centró en su trabajo, siendo humilde y no queriendo ser arrogante en sus estudios. En una época en la que muchos científicos varones ganaban premios Nobel, Okazaki nunca fue nominada, aunque era una candidata muy digna. Modeló su trabajo en pro de la ciencia y de su mejora, para que la sociedad pudiera utilizar el ADN en la búsqueda de otros nuevos inventos.

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