Cómo Fahrenheit 451 predijo la sociedad moderna

Cómo Fahrenheit 451 predijo la sociedad moderna

Fahrenheit 451 de Ray Bradbury es una impactante exploración de las consecuencias de la supresión intelectual y el poder de la literatura en una sociedad distópica. En un futuro en el que los libros significativos y que invitan a la reflexión están proscritos, los bomberos, cuyo trabajo consiste supuestamente en extinguir incendios, reciben la orden de provocar fuegos y quemar los libros "heréticos". Además, a menudo se les pide que quemen casas enteras de los autores (los lectores rebeldes). El protagonista, Guy Montag, es un bombero que al principio se siente satisfecho con su trabajo porque cree en la ideología de que los libros tienen una influencia negativa en los lectores. Sin embargo, empieza a cuestionar el statu quo cuando se ve muy afectado por una chica singular que desaparece un día. No puede quitársela de la cabeza, así que busca un cambio bajo el opresivo control de esa sociedad sobre las personas.

Fahrenheit 451 se escribió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos gobiernos empezaron a volverse dictatoriales y peligrosos, entre 1947 y 1953. Estas condiciones obligaron a los ciudadanos a plantearse su papel en la aplicación de la ley que regía la sociedad, obligando a algunos ciudadanos a rebelarse mientras otros permanecían callados y conformistas. La novela aborda el problema del régimen totalitario a través de las acciones de Montag, que decide rebelarse cuando empieza a dudar de las normas. Por otro lado, Faber, un profesor de inglés jubilado, que se cree un cobarde, se queda callado cuando los libros son prohibidos y quemados, y con el tiempo, se arrepiente de su inacción.

Una parte especialmente atractiva de la historia sugiere que el estado de ser infeliz hace que los ciudadanos de este mundo totalitario estén contentos o "felices". El capitán Beatty, el de la estación de bomberos, dice: "No dejéis que el torrente de melancolía y filosofía lúgubre ahogue nuestro mundo". Las leyes y normas de la sociedad de Montag están cuidadosamente seleccionadas para reducir la posibilidad de sentir tristeza o estrés. En particular, los libros están prohibidos porque introducen ciertas filosofías que pueden ir en contra del gobierno, lo que trae confusión y cuestionamiento del mundo y de la propia vida de los ciudadanos. En su lugar, el sustituto de tal educación se convierte en una cuidadosa articulación en el lenguaje que sólo podría adquirirse de la propia forma del gobierno de difundir su propaganda.

En Fahrenheit 451, el gobierno prohíbe los libros y sólo permite la información procedente de fuentes controladas por el gobierno, de modo que puede controlar el conocimiento que la población tiene del mundo exterior. Bradbury argumenta que se trata de un mal uso de la expresión "la ignorancia es felicidad", según la cual la gente carece de emociones y no sabe lo que es la tristeza. Sin embargo, en realidad, la gente no puede evitar la tristeza, aunque un gobierno controle la educación y la información que recibe una población. La gente siempre tendrá que enfrentarse a ansiedades y traumas, así que la emoción natural de la tristeza, o cualquier otra emoción, no puede evitarse; no podemos escapar. Debemos enfrentarnos a los sentimientos y lidiar con ellos. Como escribe profundamente el doctor M. Scott Peck en The Roadless Traveled: "La mayoría de nosotros no somos tan sabios. Por miedo al dolor que implica, casi todos nosotros, en mayor o menor grado, intentamos evitar los problemas. Los dejamos para más tarde, esperando que desaparezcan. Los ignoramos, los olvidamos, fingimos que no existen... Intentamos salir de ellos en lugar de sufrirlos" Nosotros, como humanos, no podemos ignorarlo. Necesitamos ser sabios, enfrentarnos a los problemas y resolverlos, para adquirir sabiduría y valor. Aprender de esas experiencias es lo que nos ayuda a desarrollar nuestra propia filosofía y nuestro sistema mental de pensamiento.

Lo que hace que Fahrenheit 451 sea notable es su perdurable relevancia para los lectores de hoy. El cuento con moraleja de Bradbury, ambientado en un mundo distópico, sirve de advertencia sobre los peligros de la censura, la erosión del pensamiento crítico y la necesidad de libertad intelectual. Pide a los lectores que reflexionen sobre el papel de la literatura en la formación de la sociedad y sobre nuestra responsabilidad de proteger la diversidad de pensamiento e ideas. El escenario es un mundo en el que la gente no lee. Hoy en día, la falta de lectura no se debe a que esté prohibida, sino a sus preferencias personales y a otras distracciones como las redes sociales y los servicios de vídeo en streaming. La cultura crea los hábitos, al igual que Bradbury describe en su libro con el gobierno prohibiendo los libros. Bradbury recuerda al lector que debemos hacer lo que nos aporte conocimiento y rechazar el borrado de nuestra individualidad. Sugiere la importancia de leer en distintos niveles y de leer de distintas fuentes para adquirir conciencia del mundo y reconocer el trasfondo histórico del que procedemos. Tal vez sea exactamente eso lo que Bradbury intenta advertirnos: con el enfoque actual de adquirir la información que queremos saber en lugar de un exhaustivo "qué necesitamos saber", el arte de la literatura y la magia del pasado se están perdiendo poco a poco en la constante evolución de nuestra sociedad, ya que la gente está empezando a perder lentamente el sentido de lo que debería ser la "lectura" y lo que podría aportarnos, mientras nos dedicamos a mirar nuestros dispositivos en busca de placer temporal.

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