Desterrar la botella

Desterrar la botella

Estados Unidos reconoce el agua limpia como un derecho humano, sin embargo, no está protegida de todas las formas vitales. Todos los seres humanos pasarán sed. Garantizando la conservación de nuestra agua, disminuirá la compra de botellas. Esto es algo que debe ocurrir ya.

Sevilla es una pequeña ciudad agrícola asentada en la base de Sierra Nevada. Llevan más de una década soportando una perjudicial crisis del agua. Después de que los habitantes de su comunidad notificaran cada vez más casos de cáncer, consideraron que el agua del grifo no era potable. No se les avisó de ello y tuvieron que descubrirlo ellos mismos. Los sevillanos cerraron de inmediato sus grifos, incluso para las necesidades de riego y baño. Se convirtió en norma que los sevillanos compraran cada día litros de agua en el supermercado más cercano. Eddie Valero, supervisor y antiguo miembro del consejo escolar, afirma: "Es uno de los muchos temas que me preocupan. Es frustrante que los niños de aquí sepan que el agua viene de una botella, no de un grifo" Debido a la baja población e ingresos de este pueblo, es evidente cómo no son priorizados por el gobierno californiano. Pero, esta vida no es sostenible para un pueblo con una renta neta media de 14.000 al año. Los gobernantes locales son conscientes de este problema, pero han pasado de puntillas sobre él durante años. Sustituir el sistema de tuberías centenarias -supuesto causante de estas sustancias químicas cancerígenas- sería sencillamente demasiado caro. El hecho de que esta situación siga sin abordarse es un ejemplo paradigmático de la violación de nuestra seguridad hídrica y de nuestros derechos.

Otro ejemplo de este incumplimiento es cuando una empresa suiza de aguas empezó a bombear agua del exuberante suelo de Fryeburg, Maine. Tras comprar pequeñas parcelas de tierra, se calcula que Nestlé, propietaria de Poland Springs, extraía del suelo 40.000 galones de agua al día. El gobierno no puso restricciones para impedirlo. El nivel freático de Fryeburg descendió considerablemente y, durante demasiado tiempo, no hizo más que empeorar. Cuando los pozos de Fryeburg no funcionaban, el agua se extraía de los fregaderos y se volvía a vender en los estantes. Los gobernadores se limitaban a observar cómo sucedía esto, y se dejaba en manos de la gente la defensa de su agua.

Como crecí en una comunidad boscosa con un pozo en el patio trasero, nunca pensé en lo que bebía. Recuerdo la primera vez que fui al piso urbano de una amiga. Su madre me dijo que no bebiera del grifo, sino que sacara una botella de la nevera. Supuse que era porque prefería el agua fría, pero no era así. Ella, y muchos otros estadounidenses, temen beber el agua que les llega directamente a casa. Cuando la industria de los refrescos dejó de funcionar y el plástico sustituyó al vidrio, cada vez era más fácil coger una botella de agua con la comida o meterla en el bolso de camino al trabajo. Pero estas empresas de agua embotellada obtienen su dinero de los compradores recelosos del agua del grifo. Aparte del efecto exponencial sobre el medio ambiente, ¿qué diferencia hay realmente con el agua del grifo? En la etiqueta de una botella, lo más probable es que ponga artesanal, el agua más cara procedente de un acuífero confinado; destilada, agua sin minerales y normalmente no potable; de manantial, que es agua subterránea; o purificada, la más barata, que es agua municipal filtrada. Según multipure.com, se supone que entre el 40% y el 45% es agua municipal reprocesada. En la parte posterior de estas botellas se lee P.S.W., que significa "public water source" (fuente pública de agua), pero son pocas las empresas que lo imprimen. Aunque esta agua se filtra, los análisis del agua que la FDA exige a las empresas no se comprueban ni se solicitan con regularidad. Para ciudades como Sevilla, obviamente el agua embotellada es una alternativa segura al agua del grifo. Si el agua del grifo no es segura, el agua embotellada es nuestra única alternativa. Sin embargo, no deberíamos necesitar una alternativa, especialmente una tan insegura e insostenible como ésta. Es más fácil atajar el problema en su origen.

Todos los días, como país, tenemos que asegurarnos de que el agua del grifo está protegida para poder reducir el uso de botellas de plástico. El gobierno debe garantizar en la medida de sus posibilidades que el agua sea accesible para nosotros, con el fin de mantener nuestra tierra limpia, y nuestros cuerpos limpios.

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