Imagina: Parte 1

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Un paraíso es lo que imaginó la chica mientras se acostaba a dormir aquella noche. El estrés de su monótono trabajo y los plazos de entrega habían quedado atrás. Ahora, su nueva vía de escape eran los sueños de campos verdes que parecían no tener fin, nubes blancas imponentes y aventuras emocionantes para descubrir más de este mundo esculpido por su mente.

No había ningún problema deprimente que atormentara a esta chica. La chica mantenía buenas relaciones con su familia y dirigía su propio negocio, pero a veces su mente vagaba hacia los descuidos de la infancia. La vida había llevado a la niña por cada etapa de su vida de la forma aceptable que la sociedad consideraba. De pequeña corría y jugaba al aire libre durante horas, estudiaba cuando era necesario, se fue ocupando más a lo largo de los años, terminó la universidad y había elegido una carrera algo estable.

Sin embargo, algo quedaba insatisfecho en su interior. Su niña interior, que ansiaba los días de juego sin ninguna noción del tiempo, se le aparecía de vez en cuando.

Tratando de ignorarla, se obligaba a estar más ocupada en nombre de la responsabilidad. Escuchar esa voz podía significar la posibilidad de admitir que tal vez no estaba viviendo la vida como ella quería. Le asustaba profundamente reconocer esa verdad incómoda.

La profesora estaba sentada en la silla de la puerta de su casa preparando su próxima lección para la semana siguiente. Estaba entrando en la vejez y ya había realizado la mayor parte de lo que había planeado. Cuando levantó la vista de su trabajo, sus ojos se fijaron en los ojos apáticos de la chica que había decidido dar un paseo por su barrio. La profesora tuvo una sensación de déjà vu, ya que recordaba a una alumna suya con esos mismos ojos inquietos.

Nunca había llegado a hablar personalmente con aquella alumna, salvo cuando había acudido durante sus horas de oficina presentándose como Lynn al principio del semestre. Lynn no era una alumna extremadamente sobresaliente, pero sin duda rendía bien cuando las expectativas lo requerían. El profesor no sabía qué era exactamente lo que intrigaba tanto de Lynn.

Su impresión general no era demasiado fuerte ni llamativa, pero su aura de despreocupación a una edad tan temprana resultaba interesante. Tras leer uno de los trabajos de Lynn para su clase, la profesora se dio cuenta de que había mucho más allá de lo que veía. La profesora creía que la estudiante era simplemente una persona estoica por naturaleza, pero se sorprendió al descubrir los pensamientos salvajes y la imaginación que poseía su alumna. Pasaron los años y pronto la profesora se olvidó de Lynn tras su graduación.

La chica era, de hecho, la alumna que el profesor tuvo una vez. Para entonces, Lynn había regresado a su casa y ya no estaba a la vista del profesor. La profesora se rió para sus adentros, se alegraba de que después de tantos años su memoria siguiera siendo fuerte. Nunca se le habría ocurrido que una de sus antiguas alumnas siguiera viviendo en los alrededores debido al ritmo lento de la ciudad.

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