La ignorancia no es felicidad: Estados Unidos debe dar prioridad a la alfabetización geográfica

La ignorancia no es felicidad: Estados Unidos debe dar prioridad a la alfabetización geográfica

"Ah, ¿eso es ruso?", me pregunta un compañero de clase que me ha oído hablar por teléfono con mi madre. Suspiro y digo: "No, en realidad es lituano", mientras me preparo para empezar una lección sobre qué es Lituania. Sí, existe, y sí, tiene su propia lengua. ¿Cómo es posible que alguien que sobresale en cursos como Historia Universal AP no sepa nada de países fuera del suyo? Toda mi vida he tenido estos sentimientos de fastidio y decepción cada vez que se sacaba este tema.

Estados Unidos se enfrenta a una crisis de analfabetismo geográfico. Se realizan estudios tras estudios y los resultados son los mismos: los estadounidenses carecen de conocimientos básicos de geografía, política exterior y el mundo más allá de sus fronteras.

En una encuesta realizada por el Consejo de Relaciones Exteriores y National Geographic en 2016, solo el 17 % (18 millones) de los adultos jóvenes de Estados Unidos podían localizar Afganistán en un mapa, lo que ilustra que no somos conscientes de dónde lucharon nuestros soldados en una guerra de casi 20 años. Otro estudio de la Asociación Estadounidense de Geógrafos reveló que solo el 16 % de los estadounidenses podía localizar Ucrania en un mapa, un país invadido y destruido por la guerra más recientemente. Esto apunta a un problema mayor: el sistema educativo estadounidense no hace hincapié en la importancia de la alfabetización geográfica.

Sin embargo, estos conocimientos geográficos de los que parecemos carecer no sólo sirven para presumir de Estados Unidos, sino que tienen implicaciones políticas en el mundo real. Los jóvenes de hoy se convertirán en futuros políticos y, lo que es más importante, en votantes. Sus futuras decisiones tendrán consecuencias de largo alcance, y deben basarse en una sólida comprensión del mundo que les rodea. Cuando los responsables políticos carecen de este conocimiento, es más probable que tomen decisiones equivocadas o incluso peligrosas. Así pues, nuestro futuro depende de la educación de nuestros hijos.

Más allá de las implicaciones prácticas, existe también un imperativo moral de educar al público sobre el mundo. Vivimos en un mundo interconectado y debemos ser capaces de comprender su diversidad de pueblos y culturas. Esto significa invertir en educación, animar a los estadounidenses a viajar y conocer otras culturas, y promover el estudio de lenguas extranjeras y de la historia. Sin alfabetización geográfica, corremos el riesgo de convertirnos en una nación insular e ignorante.

Desde hace años, The New York Times recomienda a los educadores fuentes para fomentar la geografía. Fomentan técnicas innovadoras, como las excursiones virtuales y los mapas interactivos, para atraer a los alumnos y hacer que el aprendizaje sea más divertido y atractivo. Sin embargo, esta labor es limitada y debe ampliarse para que más alumnos se beneficien de ella.

La ignorancia no es felicidad. Es hora de que Estados Unidos actúe y dé prioridad a la alfabetización geográfica. Nos debemos a nosotros mismos el convertirnos en ciudadanos del mundo más informados y comprometidos.

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