La polarización política perjudica a nuestra juventud

La polarización política perjudica a nuestra juventud

La participación electoral de los jóvenes ha sido históricamente baja. En las elecciones de mitad de mandato de 2022, sólo votó el 23% de las personas de entre 18 y 29 años de todo el país. Por lo general, la generación Z está marcada por un agudo sentido de la conciencia social y una tendencia a expresar sus opiniones en voz alta, y uno podría pensar que esta naturaleza abierta y consciente se prestaría a la participación cívica. Sin embargo, parece ocurrir lo contrario. La generación Z está perdiendo el gusto por la política. ¿A qué se debe? La realidad es que la polarización política ha alejado peligrosamente a los jóvenes de nuestro sistema democrático, un problema que, por desgracia, podría desembocar en un sentimiento nacional de amargura y exceso de individualismo.

El problema

Un ejemplo flagrante de los efectos de la polarización política puede encontrarse en la cuestión de los tiroteos en las escuelas. A pesar de que la mayoría de los adolescentes de Estados Unidos temen que se produzca un tiroteo en una escuela, apenas se han tomado medidas efectivas en el Congreso para abordar esta cuestión. Por ejemplo, después del devastador tiroteo en la escuela de Nashville en marzo, nuestros líderes en el Congreso pasaron más tiempo discutiendo e insultando, perdiendo el tiempo que deberían haber dedicado a trabajar en colaboración para encontrar soluciones. Republicanos como el senador Ted Cruz de Texas criticaron a los senadores demócratas por bloquear medidas que aumentarían la aplicación de la ley y la financiación a los distritos escolares para reforzar la seguridad. Mientras tanto, demócratas como el representante Jamaal Bowman, de Nueva York, llamaron "cobardes" a los republicanos por su falta de acción contra la violencia armada. Da la sensación de que la mayor parte del discurso partidista se ha convertido en un mezquino juego de acusaciones más centrado en las perspectivas de reelección que en la resolución real de problemas. Para nosotros y para muchos otros adolescentes, este tipo de diálogo de ambos bandos transforma nuestro afán por marcar la diferencia en una sensación de desesperanza por el futuro político de nuestra nación. Esta impotencia causada por la polarización puede acarrear muchos problemas a nuestra juventud. Por un lado, podría provocar un aumento del estrés y de los problemas de salud mental a medida que los adolescentes empiecen a preocuparse por la salud política de la nación. La alienación por ideologías políticas opuestas es otro problema acuciante que podría crear la polarización y cuyos efectos ya hemos empezado a ver. La inclinación política se ha convertido en un factor de división para muchos adolescentes, incapaces de mantener conversaciones civiles sobre política, reacios a considerar perspectivas diferentes e incluso reacios a entablar amistad con alguien que tiene opiniones políticas distintas. Esta alienación y polarización podría sentar un peligroso precedente, ya que una sociedad debería trabajar unida hacia un objetivo común, no unos contra otros y por intereses partidistas. A medida que aumentan las tensiones mundiales, esta división dentro de nuestra nación es una receta para el desastre.

La solución

Afortunadamente, hay una forma de frenar la rápida propagación de la polarización entre nuestros jóvenes. Viene en forma de una filosofía que puede resumirse en 3 simples palabras... Sé civilizado. Aunque esto pueda parecer demasiado optimista y algo simplista, fomentar una cultura civil de respeto por las diferentes opiniones y perspectivas es una poderosa protección contra la polarización. Promover un discurso sensato y civilizado entre personas de todo el espectro político nos permite mantener nuestras propias identidades políticas y, al mismo tiempo, trabajar de forma productiva para encontrar soluciones. La clave de estos debates no es persuadir a nadie para que se pase al otro bando político, sino promover el civismo y la esperanza para las generaciones futuras. Sólo estableciendo una cultura política que reconozca y valore las diferentes creencias podremos tener éxito como nación con un sistema político que valore escucharse unos a otros y promueva la democracia por encima de la tiranía. Incluso si estos debates disminuyen la polarización en un grado mínimo, siguen siendo un factor inmenso para fomentar un futuro de Estados Unidos unido en el progreso y no dividido por las creencias.

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