¿Para qué sirve la Historia?

¿Para qué sirve la Historia?

Un ejemplo de nuestros muchos defectos humanos fundamentales es la repetición excesiva de tópicos como "aprende de tus errores", enseñados desde el momento en que damos nuestros primeros pasos en las aulas de preescolar, repetidos, repetidos y repetidos en exceso a lo largo de nuestras vidas.

Y, sin embargo, ¿por qué parece que asimilamos este consejo, lanzado en conversaciones entre nosotros, sólo lo suficiente para aplicarlo a nosotros mismos y dejarlo pasar? Podemos reconocer y reflexionar sobre los errores cometidos en nuestra vida personal, académica o laboral, y convertirlos en catalizadores de nuestro crecimiento y mejora como personas.

¿Por qué, entonces, parece que continuamente no aprendemos de los errores humanos cometidos en nuestra historia? Lo que debería haber sido una responsabilidad colectiva de la sociedad, se ha convertido en algo trillado y banal. Casi sin sentido.

Aprender de los errores".

Casi como la saciedad semántica, el fenómeno en el que una palabra se repite verbalmente una y otra vez en rápida sucesión hasta que pierde su significado. Salvo que la saciedad semántica es un efecto neurológico temporal, mientras que nuestra incapacidad para detener la repetición del error humano en nuestra historia se prolonga en el tiempo.

Pregunte a sus conocidos para qué creen que sirve realmente el estudio de la Historia. Lo más probable es que la respuesta se acerque a la comprensión de las perspectivas y las formas en que el pasado dio forma a nuestras sociedades e identidades actuales; a la comprensión de los acontecimientos actuales; o, tal vez, a evitar la repetición de errores debidos a la toma de decisiones humanas equivocadas o a la falta de juicio.

Es difícil no estar de acuerdo con la última afirmación. Y por lo tanto, no estaría en desacuerdo.

Es instintivo, se ajusta al sentido común, se basa en una verdad genuina sobre el papel, pero, a juzgar por nuestra cronología de acontecimientos hasta ahora, no parece reflejarse de forma coherente en la práctica. La práctica sugiere que nuestro progreso es siempre una aspiración, frágil y reversible. Nunca la certeza de no volver a caer en los mismos errores. Nunca un crecimiento realmente sacado de la historia.

Esto hace que parezca que, incluso los que han "aprendido" historia, están condenados a cometer errores.

¿A qué se debe? ¿Existe una irracionalidad innata, unas respuestas programadas que nos llevan por caminos similares una y otra vez? ¿O simplemente estamos seleccionando las partes equivocadas de la historia, encontrando lo que no está bien para mejorar? ¿Tomamos el camino del menor cambio y esfuerzo?

Cada uno de ellos suena a verdad, al menos en cierta medida.

La historia se repite", dice el refrán. El problema es que el dicho dirige nuestra atención en la dirección equivocada para aprender de la historia.

Porque los acontecimientos históricos individuales, por sí solos, no se repiten; son nuestros propios patrones psicológicos inmutables de comportamiento a lo largo de la historia los responsables de lo que ahora podemos reconocer como errores. Nuestra forma de pensar y de actuar según esos pensamientos crea repetición en los caminos que tendemos a seguir.

Así pues, al seleccionar partes de nuestra psicología humana -la naturaleza de los conflictos, los motivos y la lógica, la toma de decisiones y el razonamiento, los juicios emitidos, las interrelaciones- podemos extraer tendencias de la historia. Y llegar a comprender que la historia en sí no puede repetirse, pero los ciclos de los comportamientos humanos no se detienen.

Analicemos esta afirmación desde otra perspectiva: ¿y si el ciclo sólo parece imperturbable e inmutable porque los cambios son graduales a lo largo del tiempo, demasiado lentos a simple vista?

Gran parte de la especie humana parece favorecer, como colectivo, el camino de menor resistencia y menor cambio, lo que hace poco realista la expectativa de mover sociedades enteras en un plazo inferior a varias generaciones. Sobre todo desde un punto de vista evolutivo.

Así pues, crecer a partir de nuestra historia empujaría a la humanidad a una espiral de evolución en las formas en que nos organizamos a nivel social, estructural; las formas en que operamos; nuestra estructura psicológica; nuestras respuestas psicológicas.

Este proceso de cambio colectivo sólo se produce de generación en generación, y a menudo es invisible.

Al igual que una semilla de planta que crece, mírala fijamente para no ver ningún cambio. Aléjate y vuelve cuando haya pasado el umbral de "demasiado tarde" para ver cómo brotan las hojas.

Puede parecer, durante mucho tiempo, que nunca creceremos tan eficientemente como lo hacemos en nuestra vida personal, académica o laboral. Aprender de los errores" en la historia de la humanidad sería mirarnos a nosotros mismos y a nuestros comportamientos; a aquellos aspectos de la naturaleza humana que parecen permanecer constantes. Pero sólo con el tiempo podremos aplicarlos como catalizadores de nuestro propio desarrollo.

Sólo si miramos desde el prisma adecuado, el pasado podrá seguir siendo un camino hacia el crecimiento, tanto en nuestro presente como en nuestro futuro.

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