Por qué debemos combatir los prejuicios contra las enfermedades mentales

Por qué debemos combatir los prejuicios contra las enfermedades mentales

¿Qué imagen pinta su mente cuando piensa en una persona con enfermedad mental? ¿Un loco desesperado y solitario, que se aleja sin cesar de la humanidad?

Si es así, no está solo. El prejuicio contra las enfermedades mentales ha sido un tema muy extendido a lo largo de la historia. Los seres humanos tienden a creer que quienes padecen una enfermedad mental tienen algo terriblemente malo, como haber consumido drogas. Se piensa fácilmente que una persona con un trastorno de ansiedad está loca y es un loco, pero casi nunca se utilizan términos de esta magnitud con los que tienen cáncer o malaria. De hecho, en una encuesta realizada en Nigeria en la que se pedía a la gente que identificara las causas de las enfermedades mentales, se obtuvieron respuestas como las drogas e incluso la ira divina y la brujería. Sin embargo, pocos respondieron con causas científicas y verdaderas, como los problemas financieros, la pérdida de un ser querido y, simplemente, los factores genéticos.

Este prejuicio contra las enfermedades mentales no está justificado porque perjudica a la sociedad, especialmente a los que padecen la enfermedad.

En primer lugar, todo el mundo se enfrenta a problemas de salud mental, ya sean grandes o pequeños. Al vivir en un mundo acelerado, competitivo e imprevisible, nadie es inmune a las enfermedades mentales. Puede ser la ansiedad antes de un examen, un molesto caso de trastorno obsesivo compulsivo o simplemente estar de mal humor. Por tanto, los prejuicios contra una persona con una enfermedad mental son, en cierto modo, prejuicios contra uno mismo.

En segundo lugar, una persona con una enfermedad mental no es necesariamente peligrosa. Una opinión prejuiciosa sobre las enfermedades mentales es que pueden provocar tendencias violentas en los individuos. Sin embargo, las investigaciones demuestran que las personas con enfermedades mentales suelen ser más víctimas que autores de violencia. La idea de que los enfermos mentales son un factor de riesgo es un mito total basado en la ignorancia.

En tercer lugar, si alguien tiene una enfermedad mental, no siempre es su culpa. Puede que haya algunos casos en los que una persona tenga una enfermedad mental porque ha consumido drogas, pero la mayoría de las veces no está bajo su control. ¿Quién no siente pena cuando pierde a un ser querido? ¿Quién no se estresaría cuando tiene que preocuparse por sus facturas cada mes? Si uno entiende esto, miraría a los que tienen problemas de salud mental de forma muy diferente.

Por último, los prejuicios contra las enfermedades mentales disminuyen las posibilidades de que los enfermos pidan ayuda. Si una persona sabe que al pedir ayuda se arriesga a parecer un loco, es menos probable que lo haga. Si no pide ayuda, es menos probable que se enfrente con éxito a esa enfermedad mental. En casos extremos, eso puede llevar al retraimiento social e incluso al suicidio.

Así que ahora que sentimos una responsabilidad tan fuerte para acabar con los prejuicios contra las enfermedades mentales, debemos enfrentarnos a la gran pregunta. ¿CÓMO? ¿Cómo vamos a combatir este enorme problema que, en realidad, nos afecta a todos ahora mismo? Es difícil elaborar un plan de acción completo, pero he aquí algunas sugerencias.

En primer lugar, es una suerte darse cuenta de que la simple concienciación es eficaz para borrar los prejuicios. Como hemos comentado anteriormente, la mayor razón por la que existen estos prejuicios se debe a la ignorancia sobre las enfermedades mentales. De ahí que sea una sabia idea enseñar a los estudiantes sobre la salud mental desde una edad temprana. Fuera de las aulas, también se puede actuar. Así pues, vete a casa, vete al trabajo, vete a tu comunidad y habla con los que te rodean sobre los prejuicios contra las enfermedades mentales. Además, cuando oigas hablar de una persona con una enfermedad mental, intenta escuchar su historia. Si averiguas más sobre ellos, tu opinión sobre ellos podría cambiar. Por último, defienda su postura. Si ves los prejuicios en acción, nunca está bien quedarse callado. Habla. Explica a quien está siendo prejuiciado por qué ese prejuicio nunca está justificado.

Así que ahora te toca a ti. Sé el que escucha, piensa y educa. Sé el que se levanta. Sé el que encuentre al verdadero hombre dentro del loco.

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