Por qué debería dejar el teléfono y leer

Por qué debería dejar el teléfono y leer

Hace poco, tuve una conversación con mi amigo sobre el SAT -un examen estandarizado para estudiantes de secundaria- y me dijo que no podía completar adecuadamente la sección de lectura del examen debido a su baja capacidad de atención. La sección de lectura incluye varios pasajes cortos, seguidos de preguntas sobre la intención del autor, vocabulario, inferencias y muchas otras subcategorías de preguntas de pensamiento crítico. Así que, como puedes imaginar, comprender cada pasaje lo mejor posible es de suma importancia. Una vez que mi amigo me informó de su dilema, le aconsejé que empezara a leer libros con más constancia, explicándole que la lectura, entre otros beneficios, es lo que más mejorará su puntuación en el SAT. Me respondió con varias razones bien desarrolladas y minuciosamente pensadas por las que la lectura no es la solución adecuada: "Simplemente no puedo" y "Prefiero TikTok" La objeción de mi amigo a la lectura no es infrecuente. Un vistazo a los estudiantes de secundaria explicará por qué leer no es una práctica común: los teléfonos móviles.

Cuando se introdujeron los libros, eran la principal fuente de información para la gente, actuando como buscadores de la verdad, narradores de historias y tutoriales. Sin embargo, con el avance de la tecnología, los libros fueron destronados y Internet y las redes sociales se convirtieron en los reyes de la información. Esta transformación en la forma en que los seres humanos adquieren la verdad fue, evidentemente, un paso en la dirección correcta, porque superó a los libros en comodidad y fiabilidad desde un punto de vista puramente informativo, al tiempo que ampliaba aún más el potencial de la inteligencia humana. Sin embargo, lo que hizo grandes a los libros, más allá de su fácil acceso a la información, fue su capacidad para permitir a los lectores crear y desarrollar su versión de una historia. Las películas, a diferencia de los libros, se basan en una única interpretación de una historia: una representación artística que se visualiza, comprende y organiza desde una única perspectiva. Los libros, por el contrario, animan a los lectores a interpretar la literatura desde su perspectiva única y a llegar a sus conclusiones a través de la reflexión sobre el mensaje de un autor o una cuestión esencial. Por eso, dos personas con antecedentes culturales similares pueden descubrir ideas distintas sobre la misma obra literaria. La mayoría de estas tareas de enriquecimiento mental no se realizan durante el visionado de vídeos y películas. Este tipo de mentalización funciona para el entretenimiento y los tutoriales rápidos -que constituyen la mayoría de los vídeos vistos-, pero no es suficiente para el trabajo que requiere pensamiento divergente.

La principal preocupación que plantean los vídeos cortos y estimulantes es la capacidad de atención, es decir, el tiempo que uno puede concentrarse en una sola tarea. Gracias al uso que los humanos hacen de las redes sociales, los ingenieros han comprendido la proclividad de la mente humana hacia los colores vibrantes y las ediciones rápidas. Aunque la industria del entretenimiento se beneficia de estas conclusiones, no han ayudado al usuario medio de teléfonos móviles. Ahora, la gente está inundada de estímulos dopaminérgicos: vídeos y clips entretenidos que están diseñados para crear adicción. Esta maravilla tecnológica de la neurociencia ha provocado un drástico descenso de la productividad entre los usuarios activos de las redes sociales, que ahora encuentran su única fuente de placer en el scroll y el doble tap constantes. Este problema puede, aguas abajo, conducir a una mente subdesarrollada, a la que le cuesta más encontrar mensajes subyacentes, formar ideas distintas y crear valor propio.

Internet ha privado a la gente de su atención, y los libros sirven como recordatorio de que muchos no pueden simplemente sentarse y leer sin mirar obsesivamente sus teléfonos cada pocos minutos. Este problema puede parecer intrascendente en un primer momento -muchos incluso afirman que no lo es-, pero no se pueden exagerar sus efectos nocivos sobre la mente humana. Los libros nos permiten crear nuevos mundos, adquirir conocimientos sobre prácticamente cualquier cosa, desarrollar nuestra mente, articularnos e incluso relajarnos; no se trata de beneficios triviales reservados al tipo esotérico: son esenciales para nuestra felicidad y crecimiento continuos.

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