Son nuestros padres los que velan por nosotros: Reseña del libro Los ángeles que me cuidan

Son nuestros padres los que velan por nosotros: Reseña del libro Los ángeles que me cuidan

Angels Watching Over Me es una novela escrita por McDaniel Lurlene. McDaniel pone inteligentemente los valores de la familia Amish y los crecientes desafíos que encuentran las familias monoparentales en el centro de la atención de los lectores con una respuesta inesperada pero única a las relaciones problemáticas de los niños actuales con sus padres. Leah, la protagonista de la historia, es rebelde pero independiente. Su familia monoparental y su experiencia en la educación infantil conforman su carácter independiente, asertivo y contestatario. Razonablemente, la atípica personalidad contemporánea de Leah apenas hace que los lectores la relacionen con las prácticas del pueblo amish, que vive de forma convencional y separada de la bulliciosa sociedad y se aísla de las tecnologías modernas.

Sin embargo, el vínculo compartido que une a los dos elementos -los estudiantes de secundaria estadounidenses contemporáneos y los valores religiosos anticuados- es el factor de la familia. La familia, ya sea monoparental, de abuelos o de un solo sexo, desempeña el papel más importante en el desarrollo físico y psicológico del individuo a una edad temprana. Según el mundialmente reputado psicólogo del desarrollo Erik Erikson, la personalidad de las personas se ve afectada predominantemente por su entorno, y su personalidad determina en gran medida su relación con la sociedad, ya sea amable, habladora o antipática. Al crecer en una comunidad amish, Ethan, en el lado opuesto de Leah, es centrado en la familia, sin pretensiones y, hasta cierto punto, torpe debido a su carácter dócil. La autora utiliza a Ethan como personaje secundario de Leah para mostrar cómo los distintos entornos pueden cambiar los rasgos del carácter de una persona.

Además, McDaniel conecta estos dos puntos sin parangón cuando Leah va gestando un sentimiento romántico por Ethan. La distinción familiar de Leah y Ethan los atrae casualmente el uno al otro, lo que se traduce en su entorno vital. Para explicarlo mejor, Leah crece en una familia en la que sólo una mujer fuerte (su madre) se ocupa de ella. Su madre carece de ternura femenina en su educación de Leah como contrapartida a su extraordinaria capacidad y personalidad segura de sí misma. Como resultado, Leah se convierte de forma natural en una chica ruidosa y segura de sí misma, mientras que carece de ternura materna, lo que la lleva a anhelar una compañía afectuosa. Ethan, que cumple todas las condiciones de Leah para tener compañía, también tiene una apariencia decente, lo que le convierte en un candidato perfecto para Leah. Además, Ethan procede de una familia afectuosa y cariñosa, por lo que posee la capacidad de ser considerado y cariñoso.

La respuesta de McDaniel para las relaciones problemáticas entre padres e hijos es el simple amor bilateral y la comprensión. La ausencia de un padre en la familia de Leah hace que la madre de Leah tenga que hacer las veces de madre y de padre. Aunque la madre de Leah hace todo lo posible por cuidar de ella, no consigue ofrecerle afecto paternal, pasando por alto las necesidades psicológicas de Leah y su frágil personalidad tras su carácter independiente. Por lo tanto, la única solución para compensar la falta de atención de Leah en el pasado es comprender lo que más necesita y ofrecerle más compañía. Al final de la historia, cuando a Leah se le diagnostica un cáncer de huesos, el hecho acaba empujando a la madre de Leah a examinar más de cerca a su hija. Le hace darse cuenta de la fragilidad de su hija. El nuevo marido de la madre de Leah también apoya amablemente a su mujer para que se dedique a su hija. No es difícil prever la resolución de la antigua tensión entre Leah y su madre. Es más prometedor que Leah sea madura y se complete mentalmente.

Por último, el uso que McDaniel hace de la religión es explícito. Por ejemplo, el nombre de una enfermera del hospital en el que permanece Leah es Gabrielle, en clara referencia al ángel de Gabriel en la Biblia. Además, la frecuente aparición de los amish a lo largo de la historia sirve como otro símbolo religioso en la conexión del grupo con el cristianismo. En general, critico parcialmente la selección de elementos espirituales que hace McDaniel. Utiliza cuidadosamente la religión para exhibir la bondad y la amabilidad de las personas, pero no explica a los lectores por qué estos elementos cristianos son enigmáticos y encarnan naturalmente la bondad y la amabilidad. La religión en su historia parece estar excesivamente idealizada, que es la encarnación del amor y la pristinidad. Ella pone inexplicablemente su definición de la religión en manos del lector, lo cual es de alguna manera incompleto en lo que a mí respecta.

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