El fin de covid significa poder volver a casa

El fin de covid significa poder volver a casa

El final oficial de COVID significa poder volver a casa. El final oficial de la emergencia pandémica COVID-19 tiene un significado importante para mí, mi familia y nuestra comunidad. Significa un alivio largamente esperado y la vuelta a una sensación de normalidad que tanto hemos anhelado. Trae consigo la posibilidad de reunirnos con nuestros seres queridos, reanudar nuestras actividades y reconstruir nuestras vidas sin la amenaza constante del virus cerniéndose sobre nosotros. Desde el bloqueo de hace tres años, viajar a Shanghai ha sido prácticamente imposible. El cierre de las fronteras chinas pospuso el viaje anual de verano de nuestra familia durante mi primer año. Como estudiante de último curso a punto de empezar la universidad, estoy llena de ilusión, contando ansiosamente los días que faltan para nuestro esperado regreso tras este largo paréntesis de tres largos años. En estos tres años que mi padre y yo hemos pasado en Estados Unidos, la palabra Covid ha nacido, se ha gestado, se ha estigmatizado, se ha puesto en cuarentena y, finalmente, se ha normalizado. Al principio, cuando el Covid saltó a los titulares en Europa, parecía una amenaza lejana, pero rápidamente se extendió por Estados Unidos, desencadenando un estado de pánico colectivo. Recuerdo la gran carrera al supermercado, la escasez de papel higiénico y el improvisado gimnasio casero complementado con las clases de educación física en línea. Por aquel entonces, mencionar que alguien conocido había contraído Covid no era recibido con simpatía. En su lugar, las comunidades señalaban con el dedo y culpaban a las personas que tenían Covid de descuido, de poner en peligro a la comunidad no infectada y de egoísmo. Mi padre me impedía salir de casa porque se culpaba a los asiáticos de ser los causantes del Covid. Mientras tanto, mis abuelos se angustiaban con las videollamadas, preocupados por la posible persecución a la que podríamos enfrentarnos debido a nuestra herencia cuando no podíamos viajar a nuestra madre patria aunque quisiéramos. Sin embargo, la escala global de la pandemia la convirtió en una experiencia universal, y se produjo un cambio gradual en las actitudes y percepciones. La gente empezó a reconocer la vulnerabilidad compartida y la interconexión que el virus ponía de manifiesto. La culpa y el juicio iniciales empezaron a dar paso a la empatía, la comprensión y el deseo colectivo de apoyarse mutuamente. Con el tiempo, la disolución gradual del estigma de la pandemia trajo consigo una profunda transformación: la gente se despojó del miedo a los demás y adoptó un renovado sentido de unidad y confianza. Ahora, ante el final oficial de la era Covid, mi corazón rebosa una mezcla de alivio, anticipación y esperanza. El ansiado regreso a Shanghai, antes imposible debido al cierre de fronteras y las restricciones de viaje, está por fin al alcance de la mano. Contamos los días con impaciencia, acariciando la perspectiva de reunirnos con nuestros seres queridos, restablecer nuestras tradiciones y reconstruir nuestras vidas sin la sombra constante del virus planeando sobre nosotros.

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