La elección del narrador en Matar a un ruiseñor

La elección del narrador en Matar a un ruiseñor

Harper Lee escribió el aclamado libro "Matar a un ruiseñor" en la década de 1950, reflexionando sobre su infancia y el racismo en el Sur de Estados Unidos. Al utilizar a una niña de seis años como protagonista y narradora, Harper Lee consigue evitar hacer declaraciones abiertas sobre el racismo y la discriminación. La historia comienza con la madura Scout recordando su experiencia infantil. Como la joven Scout sólo puede inferir lo que ve o siente, los lectores prácticamente maduran junto a Scout, aprendiendo todas sus lecciones y pasando por todas sus experiencias. En definitiva, el libro ejemplifica la importancia del narrador más que ningún otro libro que haya leído.

En primer lugar, la perspectiva en primera persona de un niño no interfiere en el juicio del público y crea una sensación de suspense. Cabe imaginar que si Atticus u otro personaje adulto fuera el narrador del libro, la historia sería completamente distinta. Como niña, Scout nunca ha tenido un momento para enfrentarse directamente al racismo. Es más bien una observadora al margen. La única vez que Scout se enfrenta al racismo parece ser un incidente en el capítulo 15, en el que habla con el señor Cunningham para proteger a Atticus, pero incluso entonces, la joven Scout no entiende el significado de lo sucedido: "Era la segunda vez que oía a Atticus hacer esa pregunta en dos días, y significaba que el hombre de alguien sería asaltado" (Lee, 265, capítulo 15). El autor utiliza un tono inocente para narrar la historia, y narrar desde la perspectiva de Scout permitirá al público tener su propio juicio.

En segundo lugar, la perspectiva de un niño transmite al público el valor fundamental de esta historia sin sermonear. Scout es el personaje que ha experimentado un enorme crecimiento personal en la historia y el público crece con ella. Los sutiles cambios que Atticus ha introducido en ella y los acontecimientos de este verano han acelerado su crecimiento. Al principio del libro, la descripción de Boo Radly es "Boo medía unos dos metros y medio, a juzgar por sus huellas; cenaba ardillas crudas y cualquier gato que pudiera cazar, por eso tenía las manos manchadas de sangre si comías un animal crudo, nunca podías lavar la sangre"(Lee,p7, capítulo 1). Como lectores, también percibimos el miedo de Radly. Scout y Jem se burlan de Boo Radly, pero Scout va percibiendo poco a poco la buena voluntad de Radly. Finalmente, después de que Radly los salve, Scout se da cuenta de que no podría entender a una persona a través de rumores unilaterales y que cada persona tiene muchas caras. Como lectores, también nos sentimos claros y culpables por haber malinterpretado a Radly en el pasado. Atticus también enseña a Scout virtudes como "Nunca entiendes realmente a una persona hasta que consideras las cosas desde su punto de vista" y "Hasta que te metes en su piel y caminas con ella" (Lee,p172, capítulo 26). Estas ideas y formas de actuar no sólo afectan a Scout, sino también al público, y por eso este libro es una novela clásica de madurez.

Para esta historia en particular, nadie es mejor narradora que Scout. Sus ojos y sus voces permiten a los lectores descubrir la verdadera historia y reflexionar sobre los temas profundos. Los lectores crecen y aprenden, a medida que descubren y exploran el mundo con Scout. El libro da mucho que pensar, como el impacto de los valores familiares y del vecindario en los valores de la gente.

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