La importancia de los pronombres de género: una perspectiva pluralista

La importancia de los pronombres de género: una perspectiva pluralista

Los jóvenes de hoy en día adoptan cada vez más la tendencia de utilizar pronombres de género pluralistas, especialmente en el mundo Zoom durante y después de la pandemia y en las autopresentaciones en las redes sociales. Por ejemplo, en este artículo titulado "I Shouldn't Have to Look Non-binary" en CBC Canada News, la autora expresa su cariño por su nombre femenino y la elección ocasional de llevar vestido. Sin embargo, subraya que estas preferencias personales no disminuyen su identidad no binaria, que es igualmente merecedora de respeto. La autora también subraya la importancia de preguntar por los pronombres de las personas, ya que significa que se les reconoce y acepta por su verdadero yo, en lugar de juzgarles únicamente por su apariencia. Esta afirmación subraya la importancia de respetar y validar las diversas identidades y expresiones de género.

La identificación de género ha sido un tema controvertido en los estados conservadores de EE.UU. Por un lado, los progresistas han introducido cambios que ilustran a la gente sobre la identificación de género no binaria. Por otro, estados conservadores como Texas, donde las comunidades LBGTQ han experimentado cambios políticos discriminatorios en los últimos años. Incluso las estadísticas oficiales, como el censo estadounidense, subestiman el número de personas con identidades de género diferentes porque no son capaces de comprender la complejidad que hay detrás. En estos estados, ahora se permite a los médicos negarse a atender a una persona en función de sus creencias morales. Además, se ha prohibido el uso de pronombres preferidos en las escuelas públicas, lo que supone un cambio notable en la política educativa. Por otra parte, ahora se prohíbe a los niños asistir a espectáculos de drags, lo que refleja un cambio en la normativa cultural y de ocio. Cabe destacar que una de estas leyes, que prohíbe la atención sanitaria de afirmación de género a los transexuales menores de 18 años, ya está en vigor, lo que afecta a las prácticas sanitarias de este grupo demográfico.

¿Qué determina el género? Un punto de vista de sentido común señala que las culturas y sociedades específicas desempeñan un papel en la conformación de las identidades de género. El género surge de factores individuales (por ejemplo, la genética), entornos de vida específicos y experiencias vitales y culturales que hacen que cualquier intento de determinar el número de géneros sea inverosímil. El intento de contar los géneros se ve limitado por categorías definidas culturalmente que no pueden dar cuenta de la amplia gama de posibilidades dentro de individuos específicos y su relación con el entorno. En consecuencia, intentar clasificar los géneros de una forma definitiva es difícil y potencialmente perjudicial porque impone categorías arbitrarias a los individuos y borra la diversidad y complejidad de la experiencia humana.

Esta conversación debe comenzar con lo que es la definición binaria tradicional de género. Aunque este marco convencional ha visto menguar su apoyo entre académicos y activistas, sigue siendo relevante a efectos de análisis histórico. La literatura actual deja de lado la visión binaria tradicional del género como concepto fijo y determinado biológicamente. El llamado "binario de género" se refiere a dos formas opuestas de identidad de género masculina y femenina. Según este modelo binario, el sexo asignado al nacer se convierte en la categoría dominante que conlleva normas y expectativas culturales tradicionales. Por ejemplo, cuando nace un varón, el binarismo de género tiende a asumir que este individuo evolucionará hacia una apariencia masculina, adoptará rasgos masculinos y tendrá una tendencia heterosexual a sentirse atraído por las mujeres. Estos códigos culturales fueron dados e impuestos a este individuo masculino desde una edad temprana.

Otro ejemplo común del marco tradicional de identificación de género se encuentra en muchas encuestas y aplicaciones que requieren o sugieren a las personas que seleccionen su género. Sin embargo, muchas de las organizaciones que piden a las personas que lo hagan carecen de un conocimiento profundo de las complejidades de las identidades de género, lo que lleva a elegir el sistema binario o a incluir el no binario como tercera opción, colocando a las personas que no encajan en las identidades de género tradicionales en una posición de marginados. Es posible que el diseño de estas encuestas ya haya limitado las opciones de las personas sin tener en cuenta un amplio espectro de identidades de género. Además, reconocer las posibilidades continuas de los géneros en lugar de un número definido mejora la inclusividad de la sociedad.

Algunos detractores del marco tradicional apoyan la perspectiva construccionista social, que subraya el papel de los factores culturales e históricos en la configuración del género. Los construccionistas sociales tienden a ver el binarismo de género tradicional como el producto de situaciones sociales. Consideran los roles de género como una continuación del estatus de género impuesto desde el nacimiento. Estos roles binarios de género han sido reforzados por las normas sociales porque sirven para perpetuar el orden social. En el contexto de la crianza de los hijos, por ejemplo, los puntos de vista tradicionales tienden a preparar a los hombres para ciertas formas performativas de poder social, mientras que a las mujeres para tareas más domésticas.

Además, existe otra corriente de pensamiento que cuestiona el marco binario tradicional de género. La idea de interseccionalidad conduce a una definición de género con múltiples capas que pone de relieve su intersección con otras categorías sociales, como la raza, la geografía y la clase social. Según estas teorías, contar el número de géneros puede parecer un proyecto plausible. Sin embargo, hay muchos factores ambientales y culturales que deben tenerse en cuenta. Por ejemplo, es un fenómeno común que los nuevos miembros de la comunidad LGBTQ tengan un mentor que les ayude a explorar el amplio espectro de identidades que existen antes de que puedan alinearse con lo que creen que les representa. Según Pew Research, el 5,1% de los adultos menores de 30 años se identifican como trans o no binarios, comprendiendo este grupo el 2% de los que se identifican como hombre o mujer trans y el 3% de los que se identifican como no binarios. Además, dos encuestas nacionales dirigidas a personas LGBTQ de entre 18 y 60 años descubrieron que un significativo 11% de los encuestados se identificaba como no binario.

Sería interesante conocer la opinión de la comunidad académica sobre la necesidad actual de un marco no binario para los pronombres de género pluralistas. Muchos estudiosos del género se aferran a la definición construccionista social del género, que postula que el género no es un rasgo fijo e innato, sino un concepto construido socialmente y moldeado por contextos culturales e históricos. Según esta escuela de pensamiento, el género no viene determinado únicamente por el sexo biológico, sino más bien por las normas y expectativas que rodean lo que significa en una sociedad concreta. Por ejemplo, en algunas culturas se valoran mucho los rasgos de personalidad asociados a la feminidad (como la expresividad emocional y la crianza), mientras que en otros contextos sociales se consideran más deseables los rasgos asociados a la masculinidad (como la agresividad y la independencia). Cuando las personas se relacionan socialmente, pueden adoptar inconscientemente estas expectativas sobre quiénes son en términos de identificación de género. Algunos nombres estereotipados (como "marimacho" y "fanboy") se dan incluso en función de estas expectativas sociales.

Adoptar el enfoque construccionista social puede ayudarnos a no minimizar el impacto de la discriminación. Esto se debe a que dicha perspectiva analiza cómo el género se entrecruza con otras categorías sociales como la raza, la clase y la sexualidad, destacando el impacto de los sistemas de opresión y privilegio. La interseccionalidad reconoce que las personas que no se identifican con los géneros binarios tradicionales pueden experimentar múltiples y superpuestas dimensiones de discriminación. Estas dimensiones, como la raza, la clase social y la sexualidad, están interconectadas y no pueden analizarse aisladamente unas de otras. Subraya que estas identidades y sistemas de poder deben examinarse conjuntamente para obtener una comprensión global de las experiencias vividas por las personas y de las desigualdades estructurales a las que tienen que hacer frente.

Además, la definición construccionista social del género ayuda a evitar la tendencia a simplificar la diversidad de culturas. Dado que no hay pruebas empíricas de que ninguna cultura conduzca a una identidad de género específica, la diversidad cultural requiere un amplio espectro de opciones en lo que respecta a la identificación de género. Esto subraya una vez más la importancia de entender el género como un concepto dinámico y dependiente del contexto, conformado por diversos factores sociales. Es importante recordar que las culturas tradicionales contribuyeron a las normas sociales sobre el sistema binario de género, categorizando a los individuos estrictamente en identidades masculinas y femeninas. Sin embargo, estos conceptos siguen bloqueando la diversidad de los seres humanos y categorizando la posibilidad ilimitada del género. Además, la cultura también implica tradiciones comunitarias, que es cómo vive la gente y sus pensamientos durante mucho tiempo. A pesar del aspecto comunitario de las culturas, la identificación de género es casi demasiado personal para ser histórica. Cada uno debe recorrer su propio camino antes de encontrar claridad en esa elección.

También existe una larga tradición de crítica contra la norma de la asimilación en la sociedad moderna. La mera atribución de las normas culturales como factor significativo de la identidad de género "asimilará" a las personas y supondrá que las construcciones de género disponibles en la sociedad pueden ser la base del proyecto de cuantificación. La referencia a conceptos como "fluido" y "poliamoroso" refuerza la naturaleza fluida y diversa de la sexualidad y el género humanos. Esto concuerda con mi idea de que el género es un concepto dinámico y dependiente del contexto. Respalda que el género no se limita a un marco binario y puede abarcar un amplio espectro de identidades. No pueden limitarse a un número determinado o a denominaciones específicas. Este continuo significa que la identificación de género existe como un amplio espectro, y los individuos pueden identificarse como hombres, mujeres, ninguno de los dos, o cualquier combinación de géneros.

Además de la idea de un amplio continuo de género, un estudio científico teórico que intente contar el número de géneros también se enfrentaría a otro obstáculo insalvable relacionado con la fluidez de género. La fluidez de género sugiere que la identidad de género individual no es fija ni estática. En otras palabras, la identidad de género de un individuo puede cambiar con el tiempo. En particular, las personas que se identifican como de género fluido pueden experimentar diferentes identidades de género en diferentes momentos o contextos, lo que hace que la cuantificación del género no sólo sea improbable, sino que sea una tarea interminable. El mejor ejemplo son las opciones de las personas transgénero, especialmente entre las generaciones más jóvenes y progresistas. Una persona que elige vivir una vida de género fluido puede cambiar tanto su identidad de género como su expresión de género. Por ejemplo, sólo en Estados Unidos, alrededor del 1,4% de la población de 13 a 17 años se identifica como transgénero. También hay personas que se identifican como intergénero, es decir, que están entre el hombre y la mujer. Cualquier marco de género no debe ignorar la existencia de estas subpoblaciones.

Esta categorización de la fluidez de género plantea un problema lógico si un grupo de científicos o socialistas quisiera determinar cuántos géneros hay, lo que requiere una categorización definida de cada individuo. Sin embargo, la exploración del género y la autorreflexión pueden llevar a los individuos a cuestionar y redefinir su identidad de género. No sólo cada persona es única en las interacciones genético-ambientales que dan lugar a un número incontable de géneros, sino que estas experiencias vitales únicas también pueden hacer que los individuos cambien su identidad de género con el tiempo. Por lo tanto, sería imposible contar el número exacto de géneros.

Un último punto a considerar es la diferencia entre la identidad de género y la autoexpresión de género de las personas. La identidad de género es diferente de la expresión de género, ya que la primera expresa la autoidentidad de género del individuo, y la segunda ilustra cómo los individuos expresan su género mediante una expresión externa como el comportamiento, la forma de vestir y los pronombres. Esta diferenciación también es un problema para los científicos del ejemplo hipotético porque los individuos pueden tener una identidad de género que difiera de cómo se expresan exteriormente. Por ejemplo, alguien a quien se le asignó un sexo masculino al nacer puede identificarse como mujer (identidad de género) pero expresarse de forma más masculina (expresión de género). Esta desconexión entre identidad y expresión añade otra capa de complejidad a la cuantificación de los géneros, ya que los individuos pueden tener toda una gama de combinaciones y variaciones. Además de todos los obstáculos mencionados anteriormente que hacen inviable la determinación del número de géneros, cualquier método científico que pueda utilizarse en la realización de experimentos sobre cuántos géneros hay tendría problemas para combinar la identidad con la expresión para generar un número definitivo de géneros.

Para concluir, los pronombres de género son importantes porque permiten una perspectiva pluralista tanto de la identificación de género como de la autoexpresión. El género no es un concepto de lo uno o lo otro, sino un continuo que permite la combinación de géneros, así como la fluidez inherente al género. La perspectiva biológica tradicional no capta la complejidad del género que surge de las experiencias vitales únicas y del concepto de continuidad y naturaleza fluida del género. Este colapso de la identificación binaria implica que los géneros se vuelven aún más incuantificables, ya que las posibilidades ya no pueden analizarse linealmente desde un extremo del espectro.

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