La literatura y la generación moderna

La literatura y la generación moderna

En la esquina de una estantería ignorada de un estudio desordenado, dormía una novela cuya cubierta estaba manchada de polvo. Sus páginas preñadas de palabras de sabiduría y frases de creatividad habían empezado a dorarse por el abandono.

La generación más joven que encuentra consuelo mientras sus dedos recorren el teléfono móvil que genera el sonido y la vibración del tapping y navegan por los límites ilimitados de la tecnología cuántica, son descendientes de sus antepasados que recorrían con sus dedos páginas de historias épicas.

En el pasado, la literatura se consideraba una forma de emoción en sí misma: una maravilla intemporal e ilimitada y el espacio para que el conocimiento se transmitiera con la esencia de una generación a otra. Pero con el desarrollo de la tecnología, la informática robó el lugar a la propia literatura, dominando así a la generación más joven, causando adicción a sí misma y separándose de la literatura.

Al ser tan llamativos como una atracción magnética, el aumento de los activos digitales que ofrecen muchas oportunidades para actividades cibernéticas como juegos, música, educación, etc., no es de extrañar que la generación más joven haya caído bajo el hechizo de los activos cibernéticos, por lo que forma parte de la ciberadicción. Por otra parte, el uso de recursos literarios requiere paciencia, atención y comprensión, algo de lo que carece la generación más joven.

Como punto de reflexión, la brecha entre la literatura y la generación más joven debe conectarse por el puente cibernético. La piel de cristal sensible al tacto de sus teléfonos móviles debe tener los bellos poemas, dramas y prosas que sus antepasados crecieron leyendo, mientras se desplazan y deslizan por ella, como una forma digital de contextos literarios. Al fin y al cabo, la literatura es una planta que se marchita y las instalaciones cibernéticas pueden ser su única fuente de agua.

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