Las mujer de la tienda de ultramarinos nos hace pensar sobre la marginación

¿QUÉ EXPECTATIVAS TIENES SOBRE LOS DEMÁS?

La mujer de la tienda de ultramarinos nos hace replantearnos nuestra opinión sobre la marginación y las normas sociales

Convenience Store Woman sigue a una treintañera empleada de una tienda de conveniencia que lucha por cumplir las expectativas que le impone la sociedad.

Con 160 páginas y una premisa un tanto mundana, este libro puede parecer una lectura rápida y desenfadada. Sin embargo, está repleto de comentarios muy perspicaces sobre las expectativas sociales, la alienación y los roles de género que arrojan luz sobre comportamientos que quizá no habíamos percibido antes en nosotros mismos. Convenience Store Woman es trepidante y absorbente, y dista mucho de ser una lectura rápida y sin sentido.

En cuanto a la trama, este libro no es para los que buscan un viaje emocionante. Seguimos a la protagonista, Keiko, de treinta y seis años, en su rutina diaria de trabajo en una tienda de Tokio. De página en página, la vemos reponer bebidas y sándwiches, trabajar en la caja y charlar con sus compañeros. Aunque no es nada emocionante, la calma y sencillez de la historia de Keiko es precisamente lo que se necesita para transmitir el mensaje que pretende el autor. También es el recipiente perfecto para la montaña rusa de pensamientos de la protagonista.

La obsesión de Keiko por la normalidad y por encarnar lo que sus amigos y familiares perciben como "normal" le ronda constantemente por la cabeza, hasta el punto de que Murata roza el límite de lo excesivo. En su vida cotidiana, evalúa constantemente la apariencia y el comportamiento de sus compañeros de trabajo y adopta las características que considera más agradables y atractivas para los demás. Cuando habla con otras personas, exhibe esos retazos de su personalidad y toma nota de las reacciones de los demás para utilizarlas en futuras revisiones de su personaje. Su narración se intercala repetidamente con estas pequeñas observaciones o comentarios sobre lo que es ser "normal", su deseo de ser "normal" y la normalidad del papel de trabajadora de una tienda que ha adoptado y al que se ha encariñado tanto. Esto le da una personalidad increíble a Keiko y establece su dilema de ser diferente de los que la rodean. Contrasta fuertemente con las voces de los otros personajes del libro, que -aunque se supone que son los "normales" en la situación- de repente parecen un poco extraños en comparación.

Aunque me encantó la peculiaridad y personalidad de la narración de Keiko, me cansé un poco de ver la palabra "normal" en la página, además de sus constantes comentarios sobre la tienda y el traje de la trabajadora de la tienda como las dos únicas cosas que le permitían sentirse así. Tal vez sea para enfatizar su obsesión con la idea, pero creo que se podría haber suavizado.

Además de los diálogos y la narración de Keiko, me pareció que las escenas con los demás personajes estaban increíblemente bien hechas. Me gustó ver cómo Miho, la hermana pequeña de Keiko, pasaba de ser posiblemente la que más apoyaba y aceptaba las circunstancias de Keiko a romper a llorar hacia el final del libro, suplicando a Keiko que se dejara "arreglar"."Fue revelador e interesante leer las conversaciones entre Keiko y los que la rodeaban, ver cómo sus amigos y familiares -e incluso aquellos que apenas la conocían- se sentían con derecho a hacer suposiciones sobre su vida y sermonearla sobre sus necesidades. Murata crea hábilmente un círculo creíble, aunque casi caricaturesco, de personas en torno a Keiko, haciendo hincapié en su argumento sobre las ridículas expectativas de la sociedad y el papel que a menudo desempeñamos en ellas sin saberlo.

Por supuesto, el personaje más destacado en la vida de Keiko es Shirata, su maleducado e intolerante ex compañero de trabajo. A él se deben algunas de las frases más memorables del libro, como la analogía con la Edad de Piedra. Aunque probablemente sea el personaje menos simpático de todo el libro, la comparación que hace Shirata de la sociedad actual con la Edad de Piedra es sin duda uno de los ejemplos más rotundos del mensaje que Murata pretende transmitir. Afirma que la sociedad humana no ha progresado desde aquellos tiempos antiguos, en los que los más exitosos y admirables prosperaban y los que no encajaban en el molde eran expulsados. Murata hace un gran trabajo expresando su mensaje de forma clara y contundente con esta analogía. Al mismo tiempo, utiliza a Shirata para presentar una encarnación de la anormalidad que quizá no nos pensemos dos veces si condenar al ostracismo social. Mientras que podríamos percibir decencia en "respetables" forasteros como Keiko, parece natural querer distanciarnos de personas como Shirata. Murata nos incita hábilmente a reevaluar nuestra idea de lo que es aceptable e inaceptable, lo que merece ser conservado frente a lo que merece ser expulsado. El hecho de que Shirata sea tan intolerante, espeluznante y antipático, ¿significa que su mal trato por parte de los que le rodean está justificado? ¿Significan sus acciones -que tienen un matiz diferente de "diferentes" e "inaceptables" que las de Keiko- que merece ser apartado de la sociedad más que ella?

Por último, quería hablar de los temas que Murata presenta en este libro. Antes de leer este libro, no había reflexionado mucho sobre las expectativas que tenemos como sociedad de los demás, al menos no hasta el punto de que estén realmente arraigadas en nuestras palabras y acciones cotidianas. Es cierto que tenemos ciertos moldes en los que inconscientemente esperamos que encajen los demás, ya sea en términos de carrera, creencias o personalidad, y la lectura de este libro me dio un espacio para considerar esto más profundamente. Personalmente, disfruté mucho con Convenience Store Woman y lo considero una lectura muy perspicaz y relevante. Se lo recomendaría a cualquiera que busque algo sencillo, entretenido y que invite a la reflexión.

Categorías:

Noticias relacionadas